Testimonios
Una Divina Salvación contra la Estafa
Fue una historia que me impactó, el poder de la oración una vez más demostró su eficacia.
Llegó de Bolivia a Lima, la capital de Perú; aquel pastor junto con su esposa. Antes de dirigirse a Trujillo; decidió comprar un auto en Lima y fue a aquellos lugares donde venden autos y después de observar y averiguar precios; se decidió por uno a su alcance y necesidad.
Se dirigió a la oficina, canceló el monto y cerró el trato con el vendedor y el administrador. Le aseguraron que en 2 horas podría llevarse el auto; abandonó la oficina con su esposa para almorzar y regresar posteriormente por su última adquisición.
Al regreso a la compañía donde había comprado su auto, le dijeron que había un retraso con unos permisos y que regresara al siguiente día; en ese momento su esposa, que con cariño la llamamos Tía Nani, comenzó a sospechar; y reclamó con firmeza que le explicaran que estaba pasando realmente; el vendedor se puso nervioso y la derivó con el administrador; quién de manera déspota indicaba que la entrega de su auto demoraría varios días.
En ese momento se evidenció una situación sospechosa y claramente irregular, el pastor se quedó perplejo y no reaccionó, mientras que la tía Nani salió de la oficina y llamó a su sobrino abogado y le contó lo que estaba sucediendo, a lo que su sobrino le respondió: “Tía, como se les ocurrió comprar un auto en esa tienda, ahí tienen varias demandas y a pesar de que las autoridades tienen evidencias contra las estafas que hacen, están respaldados por altas autoridades que se hacen la vista gorda de sus irregularidades…”, en ese momento la tía Nani se asombró y le contó al pastor (su esposo) quien quedó más perplejo de lo que estaba.
La tía Nani llamó a su mamá y hermanas, a quienes les dijo: “Madre nos acaban de estafar, al comprar el auto, oren para que se solucione el problema en el que estamos”, al colgar el teléfono, nos contó la tía Nelly (mamá de Nani), que ella y su otra hija cerraron su negocio y se arrodillaron a orar, asimismo tía Nani y el pastor se pusieron a orar.
A los pocos minutos llamó el sobrino abogado y habló con la tía Nani, diciéndole que enviaría a un colega para que la ayude con su problema porque él se encontraba en una diligencia.
La tía Nani y el pastor no se movían de la sala de espera de la tienda de autos, de rato en rato la tía se acercaba a la ventana de la calle como buscando alguna respuesta de Dios al problema, en una de esas distingue que de un taxi baja una persona bien vestida quien al verla a lo lejos le levanta la mano y le sonreía, la tía Nani lo asoció rápido con lo que le dijo su sobrino y se acercó al pastor y le dijo: “Papi, ya llegó el amigo de Pepe (su sobrino abogado), está subiendo hacía acá”
Al entrar en la oficina esta persona bien vestida, la tía Nani y el pastor se le acercaron; a lo que esta persona les hizo una seña para que se quedaran en donde estaban, les sonrió y se dirigió directamente a la oficina del administrador.
A los pocos minutos aquella persona que había venido a auxiliar a la tía Nani y su esposo salió de la oficina y se fue con dirección a la calle; la tía Nani se dispuso a alcanzarla, cuando de pronto salió el administrador y la llamó a la tía Nani y a su esposo. Aquel hombre (administrador), hace unas horas déspota e intransigente, que miraba con insignificancia a aquella pareja de esposos, sin ningún tipo de pudor había dado falsas esperanzas sobre el auto comprado; ahora, aquel administrador, se encontraba con la mirada alborotada, sudando frío y con excesivo pavor; les habló amablemente y se disculpaba por los inconvenientes que les había causado y que estaba dispuesto a devolverles todo el dinero que habían depositado en la cuenta de la empresa; pero que no tenía efectivo en ese momento y les entregó un cheque para que lo cobraran en el banco; la tía Nani y el pastor desconfiados de la fidelidad del cheque rechazaron lo propuesto por el administrador, pero les insistió con súplicas exageradas, asegurando que el dinero lo podían cobrar con el cheque; la tía Nani y el pastor sorprendidos por el espectáculo de sumisión del administrador, su sudor, desesperación y nerviosismo; finalmente aceptaron el cheque y salieron de aquella oficina y en la puerta encontraron un auto patrullero que les hacía señas de que les llevarían al banco a cobrar el cheque.
La tía Nani pensó que su abogado había hecho el contacto con aquella patrulla, abordó el auto con su esposo, el patrullero prendió sus luces y sirena; entró por unas calles de los barrios mas peligros del Callao; a los pocos minutos llegaron al banco; antes de alejarse del patrullero, el policía alcanzó a decirle; Sra. cobre el dinero y deposítelo en su cuenta; no salga con dinero en efectivo en esta zona. La tía Nani extrañada se dirigió al banco, cobró el cheque y lo depósito en su cuenta.
Ya más tranquilos la tía Nani y su esposo se dirigieron a la casa de un familiar en Lima; en pleno traslado recibió la llamada de su sobrino abogado, quien les decía: “Tía, mil disculpas; mi amigo no pudo ir y yo recién me desocupo de mi diligencia. Mañana a primera hora vemos su problema………….”
La tía Nani, se quedó sin habla; empezó a hilvanar los sucesos; ¿quién llegó a ayudarnos a la oficina? ¿sino era el amigo de su sobrino, quién era? ¿Por qué la saludó sin conocerla? ¿Por qué no fue necesario contarle los detalles del problema? ¿Qué le dijo al administrador para que se ponga nervioso? ¿Quién llamó al patrullero para que los trasladase? ¿Cómo sabía el policía que iba a cobrar dinero?.
La Tía Nani se conmovió junto con el pastor y dieron la gloria a Dios; y le agradecieron por su salvación.
La tía Nani dijo así “Estoy segura de que mi ángel nos ayudó, una de las cosas que le preguntaré en el cielo, será: ¿Qué le dijo al administrador estafador?”.
Recuerda:
Recuerda:
“Líbrame, oh Jehová, del hombre malo; guárdame de hombres violentos, los cuales maquinan males en el corazón, cada día urden contiendas. Aguzaron su lengua como la serpiente; Veneno de áspid hay debajo de sus labios”. Salmo 140: 1-3
Pensamiento - David Spurgeon
Mientras el alma tiene algo para proveerse así misma, rehusará neciamente el libre perdón de sus deudas; pero la miseria absoluta le fuerza a ir en busca de las verdades divinas.
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